martes, 5 de abril de 2016

Una muñeca especial....


En tanto la niña estaba en el hospital a la espera de ser sanada, sus familiares aguardaban noticias en la casa, junto a sus hermanos mayores y algunos vecinos más allegados. 

Sus padres junto a ella y los médicos tratando de calmarlos. 
La fiebre no bajaba y las convulsiones se reiteraban cada dos o tres horas, pese al esfuerzo de los profesionales. 

En la casa, mientras tanto, en extrema tensión y angustia, cada uno de los presentes, oraba, encendían velas, besaban las cruces de sus rosarios. 

La muy anciana abuela, mujer de campo, retraída y de pocas palabras, hacía su propio ritual, heredado de sus ancestros. Tomó algunas pertenencias de la niña y las depositó sobre una mesa. De pie, inmóvil, casi sin respirar, clavó sus ojos en ellas y entrelazó las manos. Y así por un lapso de 7 horas. Horas que parecieron días, semanas, meses...
Ante la sorpresa de los allí presentes, a media noche, la antigua muñeca de porcelana, se vio iluminada de manera intermitente y al unísono gritaron de terror. 

La anciana giró su cabeza hacia las personas y dejó caer una larga y oscura lágrima. Todos estaban asustados esperando una palabra ante lo que estaba sucediendo.

- Ella ha partido" - Manifestó la mujer. 
A los pocos segundos, la muñeca transmisora de la muerte, quedó a oscuras, apenas iluminada por algunos cirios encendidos. 


Rita Mercedes Chio


EL GRITO DE LOS OLVIDADOS


No tiene sonido. El grito de los olvidados se desprende de mucho más allá de la memoria. 

Se trata de los que ya nadie recuerda...Los que han entrado en la segunda y definitiva muerte. 

Existe. Este grito silencioso, se eleva por entre las tumbas con la ayuda de la niebla. Se extiende lentamente, sube y baja por entre las copas de los árboles y paradójicamente, muere con la salida del sol. 
Solo los animales pueden oírlo, especialmente las aves, los pájaros y palomas de los cementerios. 

Quienes estudian este fenómeno, notan que en las tumbas más antiguas, realmente olvidadas y en abandono, las aves se detienen y mueven la cabeza con atención, de la misma forma que lo hacen cuando escuchan algo que les llama la atención. El ave mira hacia la tierra y da señales de estar oyendo algo. 

No se llega a esta conclusión de otra manera, que estudiando la conducta de las aves, según su hábitat y territorio circunstancial. 
Cuando fallece la última persona que recordaba a un ser desaparecido, ya no hay quién lo evoque, por lo tanto, este alma sufre y padece el olvido definitivo. 

Si recorres un cementerio un día de extrema niebla, puede que logres comprobar esto. 

Rita Mercedes Chio