El temor a la obscuridad.
Simplemente porque nuestros temores están en las sombras. Ocultos, muchas veces negados, disfrazados de indiferencia. Pero entre las tinieblas de la noche, cuando el cuerpo descansa, las mentes oscuras, almas sin paz alguna, buscan la manera de manifestase encarnándose en otros seres vivos, aptos para tal fusión.
No es malo sentir temores...posiblemente, como mecanismo de defensa, nos mantiene alertas ante el mal.
Los niños son los primeros que manifiestan estos temores a la oscuridad, pero en estos casos, tiene que ver mucho más con aquellas cosas que no tienen permitidas socialmente y que ellos sí sienten como pulsiones naturales. La sexualidad, los enojos, la desobediencia, abarrotan de culpas inconscientes a los más pequeños, por aquello que hicieron sin aprobación. Esto debería desaparecer con el paso de lo años. Más...son otros los temores que se apoderarán de nosotros...La muerte, el dolor, las pérdidas irreparables.
Recuerda, entre las sombras, habitan los sentimientos más aberrantes y siempre estarán al asecho.
Rita Mercedes Chio Isoird
Psicóloga Social