Página 89, el desenlace.
Al fin, luego de más de 120 noches sobre el teclado, Aarón estaba por darle un final justiciero a su novela. Aquel personaje siniestro que conformó con las peores miserias que pudiera tener un ser humano, frágil e indefenso ante la creatividad del literato, estaba a punto de pagar todas y cada una de sus aberraciones. Cuanto poder el del escritor, cuando de decidir se trata. Un punto más, una coma menos, pasaba a un plano secundario, ante las ansias y el goce de arremeter, con su propia furia, sobre este monstruo que había creado con el lado más oscuro de su imaginación. Dante Sefiro, tenía que morir. Con dolor, agonía, lentamente, suplicando…tenía que morir.
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El reloj del monitor marcaba las 12 de la noche. Los vidrios de las ventanas estaban empañados, sudando un frío misterio en dibujos caprichosos, finas lágrimas cayendo en el precipicio azul de las sombras.
El timbre de la puerta sonó breve. Solo una vez, traspasando como aguja, el sagrado umbral de la concentración. Aarón caminó unos pasos para espiar por la mirilla, algo sorprendido, curioso, intrigado. No vio a nadie. Sólo las hojas danzantes del sauce en el jardín, acompañaban el fino silbido del viento. Extrañado, abrió la puerta y antes que asomara su cabeza, ahí estaba…Alto, vestido de gabardina, las manos en los bolsillos y una bufanda que le tapaba el mentón. – Buenas noches – murmuró el desconocido mientras en un segundo, ya había ingresado a la casa. Aarón, perplejo, se acomodó las gafas y retrocedió asustado.
- Sorprendido?
- Quién es Ud. Qué quiere? – El hombre caminó directo a la computadora, movió el cursor para quitar el protector de pantalla y giró para mirarlo.
- Debería reconocerme…mi nombre es Dante Sefiro. Ud me creó, Ud, hábilmente, puso en mí, toda su locura, sus bajos instintos, el olor a sangre que tanto disfruta y lame como lobo hambriento, en cada víctima que puso a morir en mis manos. Insaciable regocijo imaginado la última mirada de supuestas criaturas indefensas, el pálido color de sus labios, la sangre ahogando la súplica. Ud Aarón Wilner, prestigioso y afortunado cosechador de premios, halagos, admiradores…Una mente oscura, que sabiamente oculta en cada personaje inhumano, donde goza aquello que nadie conoce de Ud. He venido a cambiar mi nombre por el suyo. Con el poder que me ha concedido dentro de su corazón oscuro y sórdido. No podrá evitarlo, se lo aseguro…mañana la crónica anunciará su misteriosa muerte y con el paso de los años, todo quedará en misma nada. “Suicidio”? Qué le parece? Un buen final para su farsa o no?
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El libro fue publicado en varios idiomas y está a punto de ser llevado a la pantalla en recuerdo del gran escritor: Aarón Wilner, misteriosamente muerto el 6 de junio de 1983.
Rita Mercedes Chio
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