"Gozar" para la religión cristiana, está negado, censurado y marcado con exclusividad en el ámbito del espíritu, de tal manera, que La Virgen María, murió como virgen, a pesar de haber tenido varios hijos.
“Mis miembros se quebraron y partieron de deseo”
Santa Teresa de Jesús y otros autores han dejado testimonios de la experiencia del éxtasis místico. Al examinar esos registros, el autor de este trabajo señala una clave de la diferencia entre las fantasías que la gente tiene y lo que Teresa llamó “gozar sin entender lo que se goza”
Atractiva mujer de cuarenta y siete años, Teresa se ha dejado llevar largamente por ensoñaciones, pero esta vez la presencia es concreta: a la izquierda del lugar donde yace hay un hermoso muchacho, de rostro encendido. Entre sus manos sostiene un dardo de hierro que despide fuego por la punta, con el que le penetra el corazón hasta alcanzar sus entrañas; lo mete y lo saca en gozoso vaivén. Cuando lo retira, ella, encendida de amor, siente que su intimidad se escurre por la herida. Trasportada de dolor y placer gime, deseando no la abandone tan excelso sentimiento. Los días siguientes la sumergen en un glorioso embotamiento de pena y felicidad, por fuera del hábito cotidiano.
Además del relato que la propia Teresa hiciera en su autobiografía (Libro de la Vida, capítulo 29. Monte Carmelo, Burgos, 1999), Bernini inmortalizó la transverberación en una célebre escultura. Hija de don Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz de Ahumada, la familia habría comprado a precio alto un linaje de antiguo cristianismo para ocultar la sangre judía, luego de que el padre de Alonso sufriese la condena del tribunal inquisitorial de Toledo, acusado de “herético y apóstata en contra de (nuestra) Santa Fe católica” y le colgaran la túnica amarilla del oprobio, el sambenito. Desde mucho antes de 1515, año del nacimiento de Teresa, los Sánchez de Cepeda estaban radicados en Avila, escapando al pasado. Esto posibilitó que, al momento de ser visitada por el serafín, Teresa tuviese más de veinte años de monja sin que nadie objetara su ascendencia. La posteridad la conoció como santa Teresa de Jesús.
No es éste un relato único de experiencia mística de subido tono erótico.