No es un mero retrato...sobrevivió a varios incendios y al paso del tiempo. Lo abandonaban en altillos húmedos, olientes, olvidado por décadas y aun así, permaneció intacto, emanando un extraño aroma a incienso y velas rancias.
La familia Hecker, decidió regalarlo a un viejo anticuario sin más comentario que la única verdad: No saber absolutamente nada sobre su procedencia.
El anciano agradecido, le hizo un lugar en su abarrotado escaparate, luego de limpiarlo con la palma de su mano. Un rostro de mujer, pálido, sereno y misterioso. Los perros aúllan contra los cristales de la vitrina y los niños lloran al verlo. Nadie entiende qué está sucediendo. Nadie ve aquello que los animales detectan, nadie comprende porqué su nuevo dueño, amaneció muerto a los pocos días de exhibirlo.
Aun seguimos sin saber, quien era aquella mujer de frágil aspecto, lánguida mirada y delicados rasgos.
También yo me pregunto qué tendrá aquella obra, que al mirarla, nadie nota nada extraño y a pesar de ello, atrapa la atención de los más pequeños y los canes del barrio.
El negocio está cerrado hace varios años y no han aparecido herederos reclamando sus derechos.
Si tienes algún dato que pueda ayudar a descifrar el misterio, será muy bienvenido...Es necesario volver a transitar la paz alterada de mi hermoso barrio. Muchas gracias.
Rita Mercedes Chio