lunes, 19 de octubre de 2015

DRÁCULA - Novela y película.

La novela de Bram Stoker ha sido una de las más llevadas al cine, en especial su protagonista. Aunque recordemos que en la novela Drácula apenas aparece, más bien la mayor parte del relato se habla de él pero no está, se lo persigue, se lo busca. El cine nos ha presentado diferentes Dráculas: el primero no se llamaba Drácula, era Nosferatu, y era monstruoso, en esa increíble película del expresionismo alemán; Bela Lugosi dio vida a un Drácula más carismático desde 1931; Christopher Lee para la Hammer, la cual probablemente es la que más influencia tiene en el film de Coppola; y se puede mencionar al Drácula de Frank Langella, aunque en realidad éste es un producto basado en una obra de teatro, que difiere bastante de la novela.
Pero la película de Coppola, una película barroca, por lo tanto excesiva y redundante, si bien desde su título declara ser el Drácula de Bram Stoker, tampoco es totalmente fiel a la novela. Por ejemplo, su prólogo, ese hermoso relato que sucede cuatro siglos antes que el resto de la película, en el que vemos a un héroe trágico, el príncipe Vlad, una persona que no tiembla a la hora de matar pero se quiebra ante la muerte de su amada Elizabetta, no aparece en ningún momento de la novela. Sin embargo, para la película es imprescindible. No sólo para presentar a este héroe, encarnado magistralmente por un histriónico Gary Oldman, sino también a la gran historia de amor que va a ser protagonista. Porque Drácula no es una película de terror: es una película de amor, es un melodrama.