Rara vez un difunto merodea su propia tumba. Esto puede ocurrir solo si ya no quedan rastros de su pertenencias, casa o lugares donde pudo hallarse cómodo y feliz.
Pero sí es verdad que hay apariciones en los cementerios, aún cuando poseen otros lugares donde manifestarse.
De aquellos que primero escribo, nada especial puede esperarse. Puede que sus pobres almas no encuentren en camino para elevarse adecuadamente. En muchos casos, la iglesia Luterana, contempla estos casos y realiza rituales, para ayudar a estos fallecidos a encontrar la paz eterna.
Rita Mercedes Chio