miércoles, 13 de mayo de 2015

LA MARCA DEL LOBO



Las dos jóvenes corrían asustadas por el bosque. Una fiera enorme les perseguía. Las dos hermanas, Clara y Laura, se habían tropezado con ella en un atajo hasta casa después de las clases y la fiera había atacado a Clara, que sangraba mucho del brazo derecho. Se había quedado inconsciente, pero su hermana Laura había cargado con ella buena parte del camino y ahora estaban las dos bien despiertas y también muy asustadas.

Cuando llegaron a casa lo contaron todo, el médico de guardia vino a atender a Clara y le cosió la herida, los padres cuidaron de ambas lo mejor que pudieron y, por fin, se fueron a dormir. Clara no descansó. No paraba de tener pesadillas con la fiera que les había atacado y, en el fondo, temía haberse contagiado de algo y convertirse ella también en un terrible monstruo.

Las pesadillas que tuvo fueron impactantes y aterradoras, veía gente herida, sangre por todas partes, mucha violencia. Se despertó pronto, por la mañana, empapada de sudor y creía haber tenido una fiebre muy alta, aunque ahora se encontraba bastante bien.

Sin embargo, el silencio de la casa le asustó. Llamó a sus padres, a su hermana, pero nadie contestaba. Fue al dormitorio de sus padres y se quedó helada de miedo. Sus padres habían sido devorados y yacían en la cama sin vida. ¡Estaba segura de que había sido ella! Los sueños no eran mentira, sino la realidad que veía como si estuviera soñando.

Salió de la casa corriendo en busca de su hermana Laura, pero no la encontraba por ningún sitio. Por un momento pensó en entregarse a la policía pero decidió volver a casa y comprobar si encontraba a su hermana por fin, viva o muerta.

Cuando llegó, sorprendentemente su hermana estaba en la cocina tomando café. Clara le preguntó si estaba bien y si había visto a sus padres y ella le contestó que sí a las dos cosas. Clara, todavía sin comprender nada le preguntó por qué estaba allí tan tranquila y Laura le miró muy fijamente. Algo en sus ojos cambió. Se levantó de la silla y se quitó la camiseta, mostrando una profunda herida que la fiera, sin que nadie lo hubiera sabido, le había hecho mientras su hermana había caído inconsciente. Y Laura le dijo mientras se transformaba:

– Te estaba esperando. Me he quedado con hambre.