domingo, 14 de junio de 2015

ANOCHE NOS VISITÓ LA MUERTE


 Ya todo el vecindario estaba descansando. Oscuro paisaje de invierno en que los árboles arañan los empañados vidrios de cualquier casa, danzando con el viento y su extraño silbido. Las luces de la calle lucían tenues, adormecidas y espaciadas. 
Me despertó el grito desesperado de una mujer y corrí hacia la ventana que da al patio trasero. Apenas la luna alumbraba las siluetas de los arbustos, resecos y mustios. Entonces, fue ahí que, entre las sombras movedizas de la noche, una figura se alejaba agazapada y silenciosa. 
Los gritos eran cada vez más aterradores y desesperados. Se encendió una luz en la casa continua a la mía y en el medio del jardín, mi anciana vecina, suplicaba por ayuda.
Mi cuerpo paralizado por el pánico, se enfriaba contra los vidrios del ventanal, temblaba, no podía emitir sonido alguno y caí al suelo. 
A las pocas horas, desperté entumecida y enferma. La ambulancia estaba retirando el cuerpo del recién fallecido, mientras yo bebía un té con miel. 
Había visto a la muerte? Podría haber hecho algo?. Nunca lo sabré...Pero a la muerte no se la enfrenta, ni se le mira a la cara. Solo la oscuridad y el viento sabrán qué fue aquello que presencié. El pobre viejo que podaba mis ramas, ya no está más. Mañana llamaré a otro jardinero para que quite todos los matorrales del fondo. No deseo que la muerte vuelva a esconderse en los fondos de mi casa. 


Rita Mercedes Chio
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